A veces me pregunto si en realidad una casa puede esconder tantos secretos
llenos de misterio, que hasta estos mismos cobren vida en mitad de la noche
para decirte que están ahí; que
no se han ido y que tú eres cómplice, a partir de ese momento, de que ese ente
pueda ir a donde deba ir: a ese lugar que aún no conocemos y que ni siquiera
sabemos si existe. Pero
y si te dijese que sí existe una casa que está sumida en el misterio y terror. Acompáñame,
a lo largo de este vídeo, para deleitarte con la nostalgia y desagrado que solo
una mansión con un final deplorable te puede dar. Y
ese lugar es el Cortijo Jurado.
Te presento a la familia
Heredia, ellos construyeron en el año 1850 el Cortijo Jurado. Antes
de seguir, dime una cosa, ¿hasta qué punto puedes considerar a alguien inocente? ¿Podría
una familia ponerse de acuerdo para realizar los actos más viles y crueles que
puedas imaginar?
Félix Heredia era el
cabecilla de la familia. Era
un hombre adinerado y poderoso en el territorio local. Tenía
muchas tierras dedicadas a la agricultura y ganadería. Y
cuando construyó la mansión, llevó con él a sus hijos, nietos, y otros
parientes cercanos. Pero,
poco a poco, y no se sabe por qué, el ambiente en aquella hermosa y
espeluznante mansión fue cambiando paulatinamente, de felicidad a tragedia. Se
dice que Félix Heredia fue perdiendo la cabeza, que cada vez se volvía más
posesivo, más celoso de los suyos, más animal, menos humano. Al
final, la familia perdió toda su fortuna y tuvieron que abandonar la mansión. ¡Ah,
no! ¡Esto
no acaba aquí! Algo
pasó entre los años 1890 y 1920, en esos años se llegó a la cumbre de los actos
terroríficos que sucedieron en la mansión. Unos
hechos que aún no se sabe, a ciencia cierta, si se pueden atribuir al padre de
familia, o lo que es aún peor, a toda una familia.
Félix
Heredia se volvió un ser hostil y celoso. Una
de sus hijas, la más bella, era el centro de atención de los hombres del lugar. Esto
era algo que el patriarca no podía permitir, así que, con el poder que le
caracterizaba como líder, encerró a su hija en el sótano de su casa. La
quería solo para su mansión, la quería solo para quien la mereciese, según él,
por supuesto. Su
padre socializaba con los hombres de la finca, solo con el fin de encontrar al
indicado para su hermosa hija. Cuando
encontraba al que creía ser el perfecto para ella, les hacía conocer. Por
supuesto, el enamoramiento era instantáneo, por lo que, a toda prisa, el
patriarca no tardaba en preparar la boda.
Comenzaba
la felicidad. Un
nuevo miembro en la familia hacía que todo pareciese volver a la normalidad
hasta que, de pronto, cuando un pequeño fallo brotaba de los labios o brazos
del nuevo esposo de su hija, terminaba con la vida del mismo. ¿Cómo
era posible? ¿Tan
precoz era la paciencia de Félix Heredia? ¿O
acaso era simplemente su hija la que estaba fingiendo para acabar con la vida
de su marido? Algo
no debía ir bien porque, hasta 1920, el número de maridos fallecidos fueron
trece. Sí,
trece almas que se presume que aún vagan por la mansión y que, en el más
absoluto silencio, lloran por haber perdido la vida al mínimo error.
Cuentan
que hay una dama que deambula por la mansión y que va vestida de novia de la
época. Se
dice que, tras su muerte, su alma se quedó en la casa. Algunos
la escuchan bajar las escaleras, otros oyen sus pisadas en los pasillos,
incluso alguna persona ha podido sentir sus lamentos cerca de su oído. Y
sí, he dicho "lamentos". Verás,
déjame contarte que esta mujer perdió a su marido en la mansión. ¡Vaya! Quizás
podemos atar cabos si pensamos que de trece hombres, al menos la joven Heredia
se enamoró realmente de uno para después verle morir. ¿Le
mataría su padre? ¿O
quizás lo mató ella? Por
supuesto, si fue ella, tendría alguna razón, como por ejemplo compartir su alma
con la de su marido por la eternidad; aunque aquello saliese mal. Esto
me lleva a pensar que, quizá, su padre no era el que cambiaba su
comportamiento, sino la propia mansión fue la que le llevó a un letargo
inesperado de codicia y ambición.
Pero aquí
no quedan todas las fechorías que sucedieron en la mansión. Se
dice que las chicas desaparecían cerca de allí y que no volvían a aparecer. Intentaron
probar que fue el propio patriarca de la familia quien acababa con sus vidas,
pero no se pudo demostrar. ¿Sería
algún familiar? ¿O
quizá fue la propia mansión? Se
dice que algunas de estas chicas iban al pozo familiar. En
aquel entonces, se cotilleaba que el que echaba una moneda en aquel pozo,
mientras pedía un deseo, se cumplía. Perdona
por lo que voy a decir, pero, estas jóvenes no cumplieron ningún deseo; sin
más, desaparecieron, se desvanecieron y no dejaron ni una sola pista. A
lo mejor se las tragó el pozo... A lo mejor, no fue precisamente el pozo quien
las empujó a la oscuridad, a lo mejor por eso aún se escuchan sus voces al caer
en el infinito. Algunos
llegaron a contar que, detrás de la casa, encontraron enterrados trece muñecos
vestidos de traje; parecían quemados y agujereados. Así
estaban todos menos uno, aún se trata de entender lo que pudo pasar.
Y es que
este lugar, del que no se escucha tanto hablar, está lleno de misterio, de
fantasmas, de sombras que podrías percibir en tu piel con cada paso dentro de
aquella mansión.
Recuerda,
en la oscuridad los secretos más aterradores esperan su momento. Esta noche, cuando cierres los ojos, no sabes quién o qué
puede estar acechando en las sombras.
Gracias
por leerme o ver mi vídeo.
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